Hasta el 21 de septiembre el Whitney Museum muestra la exposición Starting with the Universe, una retropectiva de la obra de Buckminster Fuller.
Fuller fue inventor, arquitecto, ingeniero, matemático, poeta, cosmólogo, profesor en la Southern Illinois University Carbondale, autor de 28 libros y sobre todo un personaje excéntrico y optimista convencido de la capacidad de la tecnología para transformar el mundo.
A él se debe el desarrollo en 1949 de la cúpula geodésica. Durante su presetación, para probar su resistencia, el propio Fuller y sus estudiantes se colgaron de aquella primera cúpula ante la mirada atónita de las autoridades universitarias. El gobierno estadounidense percibió el interés del invento y en poco tiempo plantó miles de estas cúpulas en instalaciones militares y edificios civiles de todo el mundo.
Fiel a su espíritu visionario, Fuller desarrolló también numerosos proyectos imposibles como Triton City, una enorme ciudad flotante, Cloud Nine, ciudades esféricas que levitan en el cielo o la colosal cúpula acristalada de dos millas de diámetro que protegería el corazón de la isla de Manhattan de los efectos de la intemperie.
En los últimos años de su vida Fuller consiguió bastante notoriedad pública. Sin embargo, eso no evitó que muchos criticaran su ingenuidad y su optimismo irremediable. Sus análisis sociales, tan utópicos como sus proyectos arquitectónicos, chocaron sistematicamente con la realidad. Como cuando en 1959, predijo en Newsweek que gracias a la tecnología, en el año 2000 habría desaparecido el hambre en el mundo.
Algunos de sus alumnos le llamaban Fuckminster Buller.
Lo leí en Efímera.
Fuller fue inventor, arquitecto, ingeniero, matemático, poeta, cosmólogo, profesor en la Southern Illinois University Carbondale, autor de 28 libros y sobre todo un personaje excéntrico y optimista convencido de la capacidad de la tecnología para transformar el mundo.
A él se debe el desarrollo en 1949 de la cúpula geodésica. Durante su presetación, para probar su resistencia, el propio Fuller y sus estudiantes se colgaron de aquella primera cúpula ante la mirada atónita de las autoridades universitarias. El gobierno estadounidense percibió el interés del invento y en poco tiempo plantó miles de estas cúpulas en instalaciones militares y edificios civiles de todo el mundo.
Fiel a su espíritu visionario, Fuller desarrolló también numerosos proyectos imposibles como Triton City, una enorme ciudad flotante, Cloud Nine, ciudades esféricas que levitan en el cielo o la colosal cúpula acristalada de dos millas de diámetro que protegería el corazón de la isla de Manhattan de los efectos de la intemperie.
En los últimos años de su vida Fuller consiguió bastante notoriedad pública. Sin embargo, eso no evitó que muchos criticaran su ingenuidad y su optimismo irremediable. Sus análisis sociales, tan utópicos como sus proyectos arquitectónicos, chocaron sistematicamente con la realidad. Como cuando en 1959, predijo en Newsweek que gracias a la tecnología, en el año 2000 habría desaparecido el hambre en el mundo.
Algunos de sus alumnos le llamaban Fuckminster Buller.
Lo leí en Efímera.
Etiquetas: arquitectura, arte, exposiciones, iconosfera, inferno, memoria
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