A finales del XIX, en plena crisis económica y financiera, miles de parados viajaron desde todos los rincones de Estados Unidos hasta el norte de Canadá y Alaska, en busca de oro.
Algunos de los fotógrafos que documentaron la vida de los mineros, fotografiaron también a estas mujeres. En las imágenes, de 1899, aparecen un grupo de mujeres en el llamado Callejón del Paraíso, una calle embarrada formada por unas 70 casetas de madera. En cada una de ellas, sobre la puerta, había un rótulo con el nombre de una mujer escrito con tiza.
En apenas un año, en mitad de la nada, comenzaron a proliferar asentamientos mineros y ciudades repletas de barracones de madera. Klondike, en el centro del valle del Yukón, llegó a contar con casi 40.000 habitantes.
Tras los mineros, pronto comenzaron a llegar a la zona prostitutas. A pesar de que la prostitución estaba prohibida en los poblados, nadie puso demasiados reparos a su presencia. Más bien al contrario, los improvisados prostíbulos favorecían un cierto apaciguamiento social.
Algunos de los fotógrafos que documentaron la vida de los mineros, fotografiaron también a estas mujeres. En las imágenes, de 1899, aparecen un grupo de mujeres en el llamado Callejón del Paraíso, una calle embarrada formada por unas 70 casetas de madera. En cada una de ellas, sobre la puerta, había un rótulo con el nombre de una mujer escrito con tiza.
Vía Tecnología Obsoleta.
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